sábado, 21 de septiembre de 2013

Helado de Chocolate Paradisíaco {Oleaje Bioquímico en el Amor y el Chocolate}



 
"El placer de un sabor se centra en la lengua y el paladar, aunque a menudo no empieza por allí, sino en el recuerdo. Y parte esencial de ese placer reside en los otros sentidos, la vista, el olfato, el tacto, incluso el oído.
El sabor se asocia con la sexualidad mucho más de lo que los puritanos desearían. La piel, los pliegues del cuerpo y las secreciones tienen sabores fuertes y definidos, tan personales como el olor. Poco sabemos de ellos, porque hemos perdido el hábito de lamernos y olisquearnos unos a otros" 
Isabel Allende, Afrodita


 
¿Has sentido alguna vez esa sensación inexplicable de sudoración espontánea en las palmas de las manos al encontrarte frente a un extraño? Ese momento en el que observas, expectante, como tu pulso se acelera. Como, en el pecho un corazón tierno palpita, radiante; aumentando exponencialmente sus latidos a cada segundo que pasa.

Tus manos tiemblan, tus piernas se paralizan; casi no responden a la llamada de una mente desesperada que les pide que siga caminando.
 
Te sientes incapaz de controlar un sistema motriz que se desestabiliza por momentos.
 
Tus pupilas se dilatan y recorres, a ciegas, los recónditos pasajes donde se albergan la exaltación, el deseo, la euforia, la falta de cordura,... 
 
Unos dedos invisibles, helados, recorren sin prisa la extrema verticalidad de tu espalda, dejando tu piel erizada y extasiada a su paso.
 
 
Uno a uno, los muros de la Razón vibran con ardor metálico, augurando su inminente caída. Nos encontramos en el reino del "siento-luego-existo", donde sólo caben las  atracciones, los deseos y los impulsos primarios.
 
Miles de glóbulos rojos recorren tu cuerpo con pasmosa premura: te ruborizas... Respiras hondo, tratando de encontrar un resquicio de Realidad en el onírico paisaje en el que te hayas envuelto. 
 
Pero ya es tarde, demasiado tarde... miles de mariposas de alas rosadas e inquietas bucean a su antojo por todo tu estómago. Tartamudeas, en un vago intento por romper el hechizo que tiene preso.

Sonríes, sin poder controlarlo; sin encontrar, realmente, un motivo que mantenga entreabiertos tus labios...
 
Enhorabuena, te has enamorado.
 

Y es que, bioquímicamente hablando, la persona que tienes frente a ti es tu media naranja.
 
O ,en palabras del filósofo español Ortega y Gasset, nos encontramos en un estado de "imbecilidad transitoria" que, afortunadamente para nosotros, no puede mantenerse biológicamente durante mucho tiempo.
 
 
¿Qué nos ha ocurrido? Desgraciadamente para los poetas y los literatos, la realidad es que nada de esto ocurre como un llamado del destino a nuestros corazones, como una entrañable unión entre dos almas que se buscaban desde hace tiempo. Por feo que suene,  a pie de calle, envuelto en carne y hueso: todo esto sucede en algún lugar de nuestro cerebro.
 
Las causantes no son otras que unos compuestos orgánicos con nombres tan poco amables como serotonina, dopamina y norepinefrina. Unas entrañables endorfinas que gustan regalar sensaciones de excitación, pasión y felicidad extrema a nuestro sistema nervioso.

Y no nos olvidemos, por supuesto, de la Feniletilanina (esa curiosa sustancia que sintetiza nuestro cerebro en momentos como el orgasmo)
No es de extrañar que estas sustancias se hayan merecido el nombre de "llaves del paraíso" según los neuroquímicos.
 
Sabías que todas estas sustancias salen a escena cuando comemos chocolate?
 
Sí, sí...el chocolate está plagado de compuestos emparentados con las anfetaminas.
 
De verdad te extraña?
 
Si es así... es que nunca has experimentado ese placer inmenso cuando dejas derretirse en tu boca un trocito de chocolate...
 
Ese sabor altamente adictivo e inigualable que se extiende, con tacto de suave terciopelo, sobre nuestras papilas gustativas.
Intenso
Almibarado
Especiado
 
Un regalo para los cinco sentidos.
 
 
Y aquí, una receta de helado donde su sabor se eleva a la categoría de dulce secreto del paraíso.
 
La receta original la podéis encontrar aquí, es de Ester, de La cuinera. Es una receta increíblemente deliciosa y fácil de elaborar. Yo le he hecho algunos cambios...atendiendo un poco a los gustos de mis peques y a lo que encontré por la nevera.



Helado de Chocolate Paradisíaco:

- 400 gramos de leche entera
- 20 gramos de preparado para natillas o flan (sustituye a la maicena en este postre, y le aporta un ligero toque a vainilla)
- 200 gramos de azúcar moreno
- 50 gramos de cacao puro en polvo
- 100 gramos de chocolate para postres troceado.
- 125 gramos de nata para montar (min. 35% materia grasa)
- 125 gramos de queso crema
- 50 gramos de Nutella (o cualquier crema al chocolate similar; también podemos sustituirlo por mantequilla sin sal)
- una pizca de sal
- Toppings al gusto: pepitas de chocolate negro o blanco, lacasitos, naranja confitada, arándanos secos, frutos secos, trocitos de galletas, sirope de chocolate, mermelada de frambuesa...



Elaboración:

1. Calentamos la leche (separamos un poco en un vasito) con el azúcar y el cacao en polvo. Disolvemos el preparado para natillas o flan en el vasito de leche que habíamos separado.

2. Una vez la leche llegue a hervir, incorporamos el preparado de flan y removemos bien. Dejamos unos minutos hasta que espese.

3. Volcamos esta mezcla sobre el chocolate troceado y removemos hasta que quede disuelto.

4. Añadimos la nata, la Nutella y el queso crema. Removemos hasta que todo quede bien integrado y el resultado sea una mezcla brillante y homogénea. Vertemos en un tupper o recipiente con tapa.

5. Dejamos atemperar e introducimos en el frigorífico. Dejamos enfriar varias horas antes de llevar la crema a la heladera. Dejaremos que manteque unos 20 minutos, siguiendo las instrucciones del fabricante. En los últimos minutos, añadiremos los toppings que más nos gusten.
Ya sólo nos queda dejarlo 1 hora en el congelador para que tome más cuerpo...

Sino disponemos de heladera; dejaremos en el congelador durante 3 horas, batiendo cada 30 min para que adquiera textura de helado. De igual modo, añadimos los toppings en el último batido.
 
 
 

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